La frustración laboral está muy vinculada a nuestras aspiraciones profesionales
La frustración laboral está muy vinculada a nuestras
aspiraciones profesionales. No lograr alcanzar un objetivo genera altos
niveles de estrés en el empleado que ve cómo sus esfuerzos, se diluyen
en detrimento de sus expectativas laborales. Sin embargo, a menudo, la
solución se encuentra dentro de la persona en la que se generan esta
serie de sentimientos improductivos.
Un artículo publicado en INC ha identificado las 10 razones que impiden a un trabajador sacarse el mayor rendimiento.
Las habilidades y competencias profesionales de nada sirven sino se
enfocan de la manera correcta dentro de la dinámica de trabajo, lo que
limita además su capacidad para ascender a nuevos puestos, encarar
nuevos retos y mejorar sus retribuciones laborales.
- El miedo como sensación predeterminada. La angustia
por asumir nuevas funciones, tareas y puestos de trabajo es una
sensación que a menudo va ligada a los retos. Sin embargo, sólo es a
través de ellos cuando una persona puede mejorar sus competencias y
avanzar dentro y fuera de la compañía.
- Estancamiento profesional. Pedir consejos sin nunca
pasar a la acción impide que las cosas sucedan. Por ello, hay que
propiciar el cambio, introduciendo poco a poco pequeñas transformaciones
en la forma en la que trabajamos, el enfoque que adoptamos, la actitud
con la que emprendemos y la manera en la que actuamos, a fin de dar
pasos cada vez mayores.
- Falta de objetivos. De la misma manera que es
importante enfrentar un reto, hay que conocer con qué objetivo se asume
esa nueva tarea o puesto. El empleado debe entender hacia qué dirección
desea encaminar su vida profesional para que esa frustración tenga una
base real que poder cambiar después.
- Darse por vencido. No dar la talla en algo no
implica no estar cualificado para otras funciones. Supone un proceso de
descubrimiento de esa persona como profesional e implica otro de
aprendizaje y desarrollo que no se aprende en la Universidad.
- Falta de una red de apoyo. Todos en algún momento
necesitan de otros para avanzar en sus carreras. Bien sean mentores,
líderes o compañeros, los trabajadores pueden aprender mucho de las
fortalezas de otras personas, cuyo trabajo conjunto puede impulsar los
proyectos hacia mejores resultados.
- Enfoque negativo. La negatividad es una barrera
mental que algunas personas se imponen, fundamentalmente por una falta
de autoestima y como consecuencia del miedo a lo desconocido. Sin
embargo, ver y afrontar las situaciones desde una perspectiva optimista
permite una apertura mental hacia soluciones y nuevas ideas, además de
revertir en una mejora de la autoconfianza.
- La ineficacia de lo perfecto. Ser perfeccionista a
menudo se destaca como una virtud, sin embargo, se trata de personas
inconformistas que siempre creen que algo puede ser mejor de lo que es, y
puede que sea cierto. No obstante, en el mundo empresarial los tiempos
se acortan y, a veces, es mejor la calidad frente a la cantidad y la
eficiencia frente la perfección.
- Planteamientos irracionales. Las excusas no son
buenas compañeras de viaje. Uno debe de buscar argumentos sólidos que
apoyen sus decisiones, aunque estos estén guiados por la intuición, pero
nunca hay que dar cobertura a las especulaciones y las excusas.
- Excesiva validación de las decisiones. La
indecisión no es un rasgo que se vincule a los líderes natos. Uno debe
estar seguro de sus opiniones y tomar las decisiones que considere en
base a su experiencia o, al menos, a través de la comparación varias
opiniones, entre ellas, la propia.
- Trabajo lineal. El estancamiento profesional también se debe a un acomodamiento en la posición que se desarrolla. La creatividad y el valor son dos elementos que convierten a las personas en imprescindibles y, además, son los que permiten hacer del fracaso una oportunidad profesional.
Equipos & Talento
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