El mercado laboral se despierta. Tras
un obligado letargo, más prolongado de lo esperado, las economías de
muchos países comienzan a dar síntomas de lenta pero progresiva
recuperación. Aunque una de las predicciones más
recurrentes en las conversaciones al respecto es que nada volverá a ser
como antes (de la debacle económica se entiende y en lo que se refiere a
la tasa de empleo en particular…) lo cierto es que afortunadamente las
transacciones económicas en un número considerable de industrias se
están activando.
La consecuencia lógica de este movimiento económico es un repunte del mercado laboral
traducido en un incremento del número de ofertas de trabajo más o menos
generalizado y que obviamente varía en función del sector, área
geográfica, tipo de puesto y otras muchas variables. En cualquier caso,
creo que nadie cuestiona que el mercado, laboralmente hablando, se está
agitando.
De nuevo empiezan a oírse los tambores de guerra – por el talento se sobreentiende – un término que también fue trending topic en aquellos maravillosos años del mercado donde las transacciones de compra-venta de talento estaban a la orden del día.
El talento vuelve a ser un término en boga. Muchas
organizaciones están recuperando los proyectos con foco en el talento
que dejaron abandonados en su particular baúl de los recuerdos cuando,
la salvación de la cuenta de resultados y la supervivencia de la
empresa se encargaron de justificar la ausencia de “presupuesto” como un
devastador argumento para llevar a cabo la criogénesis (en el mejor de
los casos…) de las iniciativas relacionadas con el desarrollo del
capital humano.
No
corrían buenos tiempos para la lírica del desarrollo de personas. El
foco era la contención y la reducción de costes a cualquier precio…
(Probablemente demasiado alto…). El resultado fue que
muchos profesionales que habían sido contratados bajo el efecto de la
burbuja sectorial correspondiente fueron pasto de los expedientes de
regulación de empleo en muchas empresas. Otros, corrieron “mejor suerte”
y quedaron atrapados en organizaciones y proyectos cuya prioridad era
sobrevivir a la tormenta perfecta en la que se convirtió el mercado. Los
“más afortunados” no solo tuvieron que ajustar sus expectativas de
desarrollo y crecimiento profesional sino que incluso tuvieron que
agradecer permanecer en un barco organizativo que zozobraba o incluso
iba a la deriva…
Muchas organizaciones perdieron
dioptrías estratégicamente hablando y desarrollaron una miopía que les
impedía ver más allá del cortoplacismo del momento; otras, desarrollaron
un estrabismo agudo y decidieron mirar hacia otro lado en el que
casualmente no se encontraba el talento.
Ahora
que el mercado laboral se dinamiza, muchas de las organizaciones que
no tuvieron más remedio que llevar a cabo ajustes organizativos y
practicar la congelación salarial y emocional se enfrentan a varios
retos relacionados con el talento…
- Contener la más que probable fuga o, porque no decirlo…, la huida de muchos profesionales cuyo talento quedó atrapado en los confines de un proyecto que nos les permitía expandir su potencial, su creatividad y su apetito de crecimiento…
- Recuperar la credibilidad , la ilusión y el compromiso de aquellos profesionales que vivieron momentos emocionalmente complicados en muchas organizaciones que navegaron a la deriva sin más estrategia que el ajuste organizativo y la reducción de costes.
- Construir un nuevo propósito de empresa que trate de reconstruir un sentimiento de pertenencia que tras la secuencia de seísmos y temblores sufridos, presenta fisuras y grietas en demasiadas estancias organizativas. Daños estructurales de cuestionable rehabilitación…
Estamos en los albores de un nuevo ciclo
en cuanto a gestión del talento se refiere. Un ciclo que en realidad
supone un reto mayúsculo para los Departamentos de RR.HH y de gestión de
personas cuya credibilidad también está en horas bajas tras haberse
convertido en muchas empresas en el verdugo de las medidas que
permitieron la supervivencia empresarial.
Pero todo es cuestión de enfoque… el
área de gestión de personas que además atraviesa (o debería hacerlo…)
una profunda transformación y revisión de su propuesta de valor, en
realidad se encuentra ante una magnífica oportunidad para aprender de
los errores cometidos en su pasado reciente; un momento inmejorable para
llevar a cabo una auto-crítica honesta y sincera que le permita revisar
el papel que desempeñó en su relación con el talento en aquellos no tan
maravillosos años…
El
despertar del mercado económico y profesional activará un nuevo ciclo
para interaccionar con el talento, pero al mismo tiempo también activará
una ocasión única y quizás irrepetible para que los profesionales de la
gestión de personas encuentren su esencia liderando la última cruzada
por, para y con el talento…
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