martes, 27 de noviembre de 2012

Expertos hablan sobre la cara b del estrés laboral: diez consejos para convertirlo en un motor

  • Existen dos tipos de estrés: el positivo que nos activa y nos vuelve creativos, y el negativo que nos paraliza y nos bloquea.
  • Saber gestionar este estado de alerta depende de nuestra reacción emocional, tanto en la vida como en el trabajo.
  • Te proponemos una lista de herramientas para plantarle a estas situaciones.

El 30% de los trabajadores europeos padece estrés laboral, lo que tiene un coste económico de 20.000 millones de euros y hace que sea considerado como una "epidemia del siglo XXI".

Datos como éstos conducen a entender el estrés como algo negativo para nuestra salud y nuestro empleo.
Sin embargo, algunos expertos matizan que esta idea negativa del estrés es errónea y que en función de cómo se enfrenta cada cual a él, el estrés repercute en nosotros y nuestra actividad de manera positiva o negativa, lo cual nos lleva a la necesidad de diferenciar entre dos tipos de estrés: el bueno y el malo.

Estrés malo vs. 'Estrés necesario'

El estrés existe y todos lo sufrimos. El malo nos paraliza y nos angustia, nos pone en 'modo de huída' —como esto me estresa, entonces lo evito—. Pero luego está el bueno,  el llamado 'estrés necesario'.

"Éste nos pone en un modo creativo, bien sea ante un desafío profesional, un proyecto o ante una promoción laboral. Ante cualquier reto que nos motiva y nos ilusiona. Este estrés, mezclado con las ganas sacar lo mejor de nosotros, nos activa como individuos y como trabajadores", explica Maite Gutiérrez, responsable del área de psicología de Más Vida Red, una plataforma de ayuda global que contratan las empresas para mejorar la calidad de vida de sus trabajadores.
El desconocimiento en torno al estrés ha empujado a algunas empresas a llevar a cabo una campaña infomativa para aclarar todas las dudas e ideas en torno al estrés laboral. Así, Más Vida Red organiza charlas informativas para empleados de sus empresas clientes, donde expone las herramientas necesarias para que sepan afrontar el estrés y superarlo, es decir, canalizarlo para convertirlo en estrés positivo.
Eliminar el concepto negativo que se tiene del estrés es por tanto el objetivo de estas charlas. En realidad, "el estrés es una respuesta orgánica que no tiene por qué ser negativa si se cumplen ciertos criterios, depende de la respuesta personal", explica el responsable del área de salud de Más Vida Red, Salvador Andreu.

Un estado de alerta

Este médico especializado en Psiquiatría, Geriatría y Medicina del trabajo, explica que el estrés en una respuesta natural ante las amenazas externas de cualquier tipo y que de no haber existido, "no se habría producido la evolución de la especie humana". El estrés, por tanto, como "un estado de alerta ante una situación negativa para la supervivencia pone en marcha nuestros mecanismos biológicos y las personas tienen dos opciones: enfrentarse a él si se tienen posibilidades de victoria o salir huyendo".

Según Andreu, la percepción actual que se tiene del estrés sería por ejemplo una persona que tiene una idea y que trabaja veinte horas al día para desarrollarla y plasmarla en una teoría o un proyecto laboral.
"Esta persona hoy está igual de estresada que la que estaba delante de un león hace miles de años, lo que no ha cambiado es la agudeza mental que desarrollamos ante estos estados de alerta o amenazas". La misión del estrés por tanto es forzarnos a generar respuestas físicas y emocionales ante situaciones de peligro.
¿Cómo puede beneficiarnos esto en lo laboral? Sentir ansiedad, palpitaciones y taquicardias, mayor frecuencia respiratoria o insomnio cuando tenemos una situación de estrés en el trabajo es muy normal, son nuestras respuestas físicas al estrés y no se pueden controlar. "Lo que sí se puede gestionar es nuestra respuesta emocional. Si conocemos la fuente del estrés podemos tratar de minimizarlo, para que no nos bloquee y funcione como nuestro motor de trabajo", continúa el doctor.
Por tanto, el estrés inicial es una respuesta fisiológica frente a un estímulo que no tiene que ser necesariamente negativa pero que si no se controla puede llegar a serlo. Para ello, la psicóloga Maite Gutiérrez propone un decálogo de consejos que pueden ayudarnos a controlar el estrés y construir una respuesta emocional positiva ante él, para impedir que nos paralice.

La respuesta emocional: diez herramientas para gestionar el estrés

Fomentar el estrés que saca lo mejor de nosotros, el que permite transformar el estrés que nos provoca malestar en un estrés creativo, es posible siguiendo una serie de pautas sencillas que se pueden aplicar en lo laboral:
1. Tomar conciencia de qué nos estresa: conocer al enemigo y saber cuáles son las situaciones que nos provocan estrés negativo es saber qué nos estresa, y por tanto, también concoer qué síntomas nos provoca: me bloqueo, tengo ganas de llorar, estoy irritable y me enfado por cualquier cosa, me duele la espalda por la tensión, etc.
2. Aprender a priorizar: esto es diferenciar lo urgente y lo importante, organizar nuestra agenda, establecer prioridades porque no podemos estar a todo, ni en el trabajo ni en la vida.
3.  No sobredimensionar los problemas: esto es lo que se conoce como 'trabajar a nuestro pepdito grillo, nuestra voz interior'. Debemos ser conscientes de que los mensajes que nos mandamos a nostros mismos nos afectan y nos condicionan en los retos, porque si son negativos entonces estamos mermando nuestras fuerzas. Al contrario, hay que motivarse con frases como "sí que puedo,  "yo lo logro" o "qué bien lo hago". Esto nos hace mirar a los problemas desde arriba, ponernos en una situación superior para minimizar el problema para no sobredimensionarlo.
4. Atreverse a tomar decisiones: no dejar que las situaciones de estrés nos bloqueen y nos paralicen, hay que dar pasos y pasar a la acción.
5. Aceptar la posibilidad de error: si nos equivocamos aprendemos del error pero no atreverse a emprender retos no nos ayuda, al contrario, nos bloquea y nos angustia.
6.  Relajarse: esto es 'saber pisar el freno' en nuestro día a día. No todo hay que hacerlo rápidamente, hay que entender que determinadas situaciones no dependen de nosotros y conviene no estresarse ante las mismas. Ejemplo: alterarse porque estamos atrapados en mitad del tráfico y llegamos tarde a la oficina.
7. Aprender a pedir ayuda: todo es más fácil si uno sabe delegar, compartir y verbalizar las tareas y los objetivos con los compañeros, dos cabezas piensan mejor que una.
8. Aprender a decir no: La mayoría de la gente no sabe decir que no. Tenemos tanto derecho a decir que sí como que no, esto nos ayuda a poner los límites, tanto los propios como los ajenos. Ejemplo: no dejarse manipular por los compañeros de trabajo cuando se extralimitan en un favor.
9. Reirnos más: nos reímos poco en el ambiente laboral, tal vez que porque asociamos el trabajo con seriedad.
10.Cuidarnos físicamente: dormir bien, hacer ejercicio, aprender técnicas de relajación, comer bien pese a estar fuera de casa, con una dieta equilibrada y respetando los horarios.






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