Un estudio revela que dos tercios de los empleados alemanes tienen que trabajar con frecuencia sábados y domingos
"Los sábados mi Papi es para mi", decía un gracioso niño rubito en el cartel de propaganda de los sindicatos alemanes en 1956. Era la campaña sindical por la semana de cinco días. Introducida por primera vez en la minería (1959), la semana de cinco días se acabó generalizando a finales de los años sesenta, cuando los metalúrgicos (1967) y las artes gráficas (1969) la adoptaron. La sorpresa es que hoy está pasando a la historia: dos tercios de los empleados alemanes deben trabajar los fines de semana.
"Los tiempos en los que el Papi era para la familia han quedado
atrás, ahora es para el jefe", señala con ironía el diario Junge Welt.
Son los datos de una encuesta realizada por la DGB, la gran
confederación sindical alemana: sólo uno de cada tres empleados alemanes
tiene, por principio, el fin de semana libre.
Cada vez queda menos tiempo para el relajo, la cultura y la familia,
señala el estudio sindical, que lleva por título "Trabajo en fin de
semana, factor de estrés". Trabajar en fin de semana se está
convirtiendo en norma. Un 35% de los empleados deben trabajar
regularmente en uno o los dos días del fin de semana. De ellos un 15% lo
hace “con mucha frecuencia”, y un 20% “frecuentemente”. Otro 32%
trabaja los sábados y domingos, "de vez en cuando". El 62% padece estrés
por ello.
Los sectores más afectados son la hostelería, cuatro de cada cinco
empleados trabajan en fin de semana en ese sector, así como el comercio y
las profesiones vinculadas a la enseñanza y a la asistencia social, en
las que la mitad de los empleados trabajan con frecuencia los fines de
semana. En la sanidad la proporción de quienes trabajan sábados y
domingos es del 60%, en el comercio el 73%, en la enseñanza el 65%.
Incluso los funcionarios trabajan en un 47% los fines de semana.
"Que una tercera parte de los que trabajan los fines de semana
trabajen también más de diez horas suplementarias a la semana, muestra
el poco tiempo para el necesario descanso que queda", señala la
presentación del estudio.
"Es importante reducir el estrés en el puesto de trabajo, para
detener el preocupante incremento de las enfermedades síquicas, para
ello deben volverse a poner límites a los horarios y prestaciones
laborales", señala el sindicato. El eslogan de los años cincuenta de que
"los sábados mi Papi es para mí", vuelve a ser actual. La diferencia es
que ahora, con la mucho mayor incorporación de la mujer al trabajo,
habría que incluir a "Mami" en el paquete.
Antes de la guerra en la industria alemana se trabajaba 46 horas
semanales. En la posguerra se pasó a las 40 horas. El crecimiento de los
años cincuenta impuso jornadas laborales cada vez más largas. En 1950
se trabajaba en Alemania 48 horas semanales repartidas en seis días. En
1955 se llegó a las 49 horas. Fue en ese contexto en el que arrancó la
reivindicación sindical de la semana de cinco días. Curiosamente, su
efecto fue una mayor productividad y un impulso al consumo que tuvo una
repercusión central en el "milagro alemán".
Fue también en aquella época de posguerra, con el colapso demográfico
que la guerra introdujo - más de 5 millones de muertos, especialmente
en la franja masculina en edad más productiva- cuando el estado social
inició su mayor desarrollo en los principales países de Europa
Occidental. Según algunos sociólogos alemanes esos datos contradicen la
actual tendencia institucional a trabajar más, jubilarse más tarde y a
recortar las garantías sociales, apoyada en argumentos demográficos como
el envejecimiento de la población.
En el siglo XX la parte joven de la población alemana cayó de un 44% a
un 20% y el bloque de los jubilados pasó de representar el 5% de la
población al 17%, mientras la esperanza de vida aumentaba más de treinta
años. Todo eso no dañó los sistemas sociales, sino al contrario: el
máximo desarrollo conocido por el estado del bienestar se realizó en ese
contexto, dice el estadístico Gerd Bosbach.
Y en vacaciones también
La mitad de los empleados alemanes no desconectan en
vacaciones. El 49% de ellos continúan trabajando, entre dos y tres horas
diarias, según un estudio divulgado por la agencia DPA. Un diez por
ciento trabaja incluso más de tres horas diarias. En China quienes
trabajan en vacaciones representan un 44%, en EE.UU. un 17%, en India un
27% y en Japón un 21%. Responsables del fenómeno son los teléfonos
“smart” y los pequeños ordenadores portátiles que cada vez más forman
parte del equipaje del veraneante, señala el estudio.
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