miércoles, 27 de octubre de 2010

Discursos, palabras... ¿y?

En la última semana han llegado hasta mí dos mujeres, cada una con más de veinte años de antigüedad. Las dos estaban siendo acosadas moralmente en sus respectivas empresas. Empresas globales, con marcas muy reconocidas… A estas dos mujeres las conozco desde hace más de veinte años. Y sé de su honestidad y profesionalidad.

Una de ellas me comunicó ayer mismo que había sido despedida. La justificación ha sido que la función se externalizaba. En el otro caso, está en marcha una reestructuración en la que se basan para tenerla aislada, sin nada que hacer.

En el primer caso –la persona despedida– se produjeron diversas entrevistas del jefe, a puerta cerrada, en las que éste le tachó de "estúpida e incompetente" repetidamente. ¡Ésas sí que son "palabras bonitas"! En el segundo caso, decidieron bajarla de categoría.

Y esto se da en organizaciones en las que lanzan proclamas que resaltan sus "preciados valores". En el caso de estas dos empresas aparecen valores como la integridad, el respeto por las personas, la honestidad, el trato justo, la excelencia, la conciliación…

¡Qué lindas palabras sin significado alguno en la práctica! Lo siento por "mi amigo" Wigenstein cuando dice que "los límites de mi lenguaje significan los limites de mi propio mundo". Lo siento Ludwig, pero hoy en día las palabras, el lenguaje, los discursos significan muchas veces muy poco, o nada, o justo lo contrario.

Y así vamos…se habla mucho de talento, de responsabilidad social, de humanización…Y yo hablo en concreto de confianza. A veces pierdo la confianza en la confianza.

¡Señores directivos! ¡Hablemos menos y hagamos más de lo que hablamos!