martes, 1 de junio de 2010

LOS IDIOMAS HUMANOS

Cada año mueren una o más lenguas.

No se trata de apéndices sin hueso, sino de idiomas humanos, hablados en diversos lugares del mundo, a veces por una decena de hablantes ya viejos. Pero este libro a cargo de Peter K. Austin, donde cada capítulo ha sido redactado por un experto, informa no sólo de esas lenguas, sino, y sobre todo, pasa revista a las que están vivas, desde el chino mandarín (la que tiene mayor número de hablantes, más de mil millones) hasta el islandés (menos de un millón de ex vikingos lo hablan), pasando por el quechua y el hausa (en África, este), el farsi (de Irán) y el náhuatl (heredero de la lengua de los aztecas). Etcétera.

Aquí se explica cuáles son las grandes familias lingüísticas (indoeuropea, afroasiática, por ejemplo), y sus subgrupos (germánicas, semíticas, bantúes, túrquicas...), y en qué se diferencian gramaticalmente hablando. ¿Qué es un idioma aglutinante? Uno que “pega” sufijos, como el turco, agregando partículas no autónomas para indicar aquello que en castellano, pongamos por caso, se expresa mediante preposiciones o adjetivos posesivos. Evlerimde en turco es en mis casas.

Y a mí qué, puede decir el lector monolingüe. Pues bien, por décadas y más se ha discutido la relación entre la morfología de un idioma y el pensamiento de sus hablantes, lo que no deja de ser un tema interesante.

¿Razonamos según la lengua que hablamos? Recordemos, por otro lado, el aspecto social o político involucrado en cómo se habla o se pronuncia un determinado idioma. Acá en Chile, decir Shile (¡mínimo cambio al apoyar la lengua!) puede crear una atmósfera de hielo en plena reunión de negocios.

Un capítulo trata de las lenguas «mundiales», habladas más allá de sus fronteras de origen, o con un número muy alto de hablantes: mandarín, inglés, español, francés, hindi, ruso, bengalí, japonés, portugués, árabe. Luego los colaboradores de Austin dan cuenta de los idiomas de Europa, África, Asia, América, Oceanía, señalando su gran variedad de sonidos, desde las consonantes retroflejas, implosivas, vibrantes, hasta los chasquidos o «clicks» característicos de algunas lenguas del sur de África (recordarán ciertas canciones de Miriam Makeba), sin olvidar las vocales nasales o los tonos que determinan diferentes significados.

Entre los idiomas ya extintos se menciona uno del Cáucaso con sólo dos vocales y más de treinta consonantes. Otro fallecido, el antiguo egipcio, sobrevivió a la arabización mahometana bajo la forma litúrgica del copto, por varios siglos. En fin, léase este volumen pensando ya en aprender el mapudungún, antes de que el inglés nos pase por encima y nos uniforme a todos.


Autor: Artemio Echegoyen (lanacion.cl, Chile)

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